domingo, julio 15, 2007

A mí me gusta el pipiriripipí...

Aprovechando que es verano y que, aunque entre semana esté haciendo prácticas, los fines de semana los tengo libres (¡qué gustazo!), ayer me fui con Irenka y Diego (UC Berkeley) + los Cecilios (UC Davis) + Justin de excursión a Napa, a catar vinos. La verdad es que yo no bebo vino (ya sé, ya sé...), pero aun así me apetecía la excursioncilla.

El valle de Napa es la parte más conocida de la zona vitícola de California Norte. Además, me acabo de enterar, gracias a la Wikipedia, de que los creadores de Falcon Crest (¡mítica!) se inspiraron en estas tierras para los viñedos de la serie. Desafortunadamente, Napa se ha puesto demasiado de moda en los últimos años y ahora está a reventar de visitantes y muy cara, porque el turista estadounidense se gasta los dólares que es un primor. Pero la zona sigue siendo muy bonita y mis amigos muy majos, así que pasamos un gran día.

Visitamos tres bodegas. La primera sólo tenía una sala de catas; probamos el vino barato que nos dieron gratis y nos fuimos a otra (somos pobres y garrepas). En la segunda tenían zona de picnic. Nosotros nos habíamos traído muy felices nuestro pan con embutido y quesos, así que menuda decepción cuando vimos un cartel de la entrada que avisaba de que sólo se podían consumir los productos comprados en la vinería y en el deli de la susodicha. Pero entonces observamos que más de una familia estaba consumiendo productos sospechosos... Así que decidimos que si comprábamos un par de botellas de vino de allá, ya les estábamos haciendo suficiente gasto para justificar hacer un picnic en su propiedad. Desplegamos una manta bajo un árbol y disfrutamos de una comida de lo más fantástica, pese a las miradas airadas de la tipa de al lado que nos vió sacar la comida de las bolsas del súper y debió parecerle indignante que nos saltáramos las normas (¿qué pasa? ¿La bodega era suya o qué? Mandan huevos los americanos a veces, tan en contra de cualquier control estatal o autoridad policial, pero no se cortan para nada en ponerse a hacer de polis ellos mismos).

Los criminales del picnic. Cecilia e Irenka brindando a la salud de nuestra vecina cotilla.

Volviendo a lo del picnic, como nos habíamos instalado al lado de la entrada, tuvimos espectáculo gratis: el que montaba uno de los encargados del párking cada vez que llegaba un autobús / limusina lleno de turistas borrachos o de despedidas de solter@ (borrach@s, también). Justo hace una semana había leído en el NY Times que en una zona vinícola de Nueva York que se había popularizado habían prohibido la visitas con limusina o autobús. La razón es que la clase de turistas que viajan en esos dos tipos de vehículos no son los que interesan a la bodegas (léase: auténticos aficionados al vino con billetera abultada, que van a las catas a comprar unas docenas de botellas) sino más bien gente que va a pillar un buen pedo y montan la gorda en la winery. Pues en Napa igual: a las bodegas admiten coches pero autobuses no, y limusinas en principio tampoco. Bueno, todo eso es en teoría. Porque nosotros vimos como el pobre encargado del párking se desgañitaba gritándoles a los conductores de autobuses que allá no eran bienvenidos y los conductores ponían cara de oír llover, paraban unos metros más adelante, descargaban a los turistas piripis y se largaban, en plan "ahí te los dejo". Y el encargado del párking cada vez más histérico. Pobre tipo.

Finalmente encontramos la bodega fantástica: pocos turistas, visitas guiadas a las cavas, situada en la cima de una colina con vistas al valle de Napa... pero a punto de cerrar cuando llegamos. En fin, que si algún día visitáis la zona de los viñedos californiana, esta es la bodega a la que tenéis que ir:



El toque gore del día lo puso el pedazo de accidente que vimos a la vuelta (dos coches y una moto que había quedado como un acordeón). Justin dijo que esto debe ser el pan de cada día en la zona, y pese a ello no vimos ni a una sola patrulla haciendo controles de alcoholemia (influencia que deben tener las bodegas, parece ser: el interés económico triunfa sobre la seguridad vial, qué bien). Lo feliz que sería el bigotes si esto sucediera en España también.


4 comentarios:

Mr.Celofan dijo...

Tu post me ha recordado la película " Entre Copas ", no se si la has visto, pero los protagonistas hacen un viaje de una semana por los viñedos que están en el valle de Santa Ynez.

A mí si que me gusta el vino, pero no distingo el barato del caro.

Ceci dijo...

Madre mia, Azar, que yuyu! Nosotros no vimos ningun accidente (ni tuvimos, menos mal!!).

Anónimo dijo...

Neeeeeeens, que bé que us ho passeu per les Califòrnies! Quina enveja, vinillo i picnic! I a més, cada oveja con su pareja y cada mochuelo a su olivo, que deia aquell... Barberà inclòs!

Romagnolo dijo...

non ho capito molto del tuo blog, ma mi sembri abbastanza gnocca dalla foto