De los estadounidenses te explican que son la nación con mayor porcentaje de obesos mórbidos. Así que cuando llegué a Santa Cruz me quedé impresionada con lo deportista y fibrado que era todo quisqui. No sé exactamente a qué se debe tanta afición por el deporte, tal vez sea porque van en coche a todas partes y necesitan resarcirse de tanta inactividad (a mí en Barcelona me bastaba con ir andando a todas partes para mantenerme decentemente en forma). Pero sea por lo que sea, aquí todo dios surfea, corre, va en bici y practica un par de deportes más.
Al cabo de un par de meses de estar aquí, empecé a sentir los efectos de esta vida sedentaria. Bueno, de la vida sedentaria y de las cenas pantagruélicas que cocina mi roomate Jake, ¿por qué tiene que ser tan buen cocinero, el cabroncillo? Total, que me engordé unos cuantos kilillos (o libras... americanos, ¿cuándo verán la luz y adoptarán el sistema métrico?) y me dije yo que era hora de hacer algo al respecto. Reflexioné un poco sobre las opciones disponibles: ¿nadar? Quita, quita, que la piscina de la universidad es al descubierto y aquí cuando no hay sol, hace un frío... ¿Andar a todas partes? Arriesgado: en muchos tramos de calle, ni hay aceras y te la juegas que te atropelle un 4x4. ¿Ir en bici a las clases? Uf, el campus está en la montaña, es todo cuesta arriba y llegaría a clase sudorosa. Finalmente, la opción más razonable parecía ser correr: barato, efectivo, no requería mucha preparación ni pérdida de tiempo en desplazamientos (ponerse las bambas, un par de estiramientos un poquitillo y ala, a correr). El primer día que salí a hacer footing era un sábado o un domingo. Llegué a West Cliff Dr., el hermoso paseo marítimo, y de qué me atropella una horda de corredores: justo había elegido para empezar a correr el día en el que se celebraba una de las múltiples maratones que se organizan en Santa Cruz. Desanimador. Tras un inicio así, acabé dejando lo del footing en un par de semanas (la verdad, correr me parecía aburrido y doloroso, y cuando la gente me dijo que necesitas unos seis meses de ejercicio constante para que te empiece a gustar, decidí que no tenía suficiente paciencia).
Luego probé el snowboarding. Es un deporte que me gusta mucho, pero en su contra está que:
a) La estación de esquí para la que me saqué un pase de temporada, Kirkwood, queda a casi 4 horas de Santa Cruz.
b) Soy un desastre. Más o menos me aguanto erguida, pero debo ser un espectáculo cómico para los otros esquiadores.
Pese a ello, el invierno que viene volveré a ir. Al fin y al cabo tengo que amortizar todo el equipo que me compré...
De cualquier manera, el snowboard es sólo invernal, así que me tenía que buscar otro deporte que pudiera practicar todo el año. Probé a ir a clases de kickbox aerobic. Al principio me quedé encantada: era una delicia darle de puñetazos y patadas al saco de boxear mientras me imaginaba que el saco era... bueno, dejémoslo. Pero entonces dejé de ir un tiempo, y ahora que he vuelto a ir, es un sufrir, es un penar... Ayer había una profesora bajita y musculosa que de qué acaba conmigo: venga a dar gritos y a botar en pleno subidón de adrenalina, la tía. Hoy estoy para el arrastre, pero a ver si me recupero para ir a alguna otra clase esta semana. Porque si hay algo peor que ser una holgazana, es serlo en un pueblo de vigoréxicos.
3 comentarios:
Hagas lo que hagas hay que ser constante.
Te lo digo por experiencia.
es nomes questio d'adaptarse i no pensar amb el sufriment.. simplement go with the flow ;=)
Jelou meri jou! Sis mesos perquè et comenci a agradar fer exercici és moltíssim, amb una pràctica constant durant un mes-mes i mig n'hi ha de sobres. I t'ho diu algú gens sospitòs de ser un esportista nat, just al contrari, i que ara és un 'spinning addicted'... Ho has provat mai? Molts records des de l'atre costat del 'charcu'.
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