Tras los científicos, el grupo profesional más abundante en esta reunión es el de los periodistas especializados en ciencia, que en cada sesión suelen ocupar como mínimo una fila de asientos. Parece virtualmente imposible obtener una exclusiva de esta reunión, aunque la verdad es que pocas novedades se presentan aquí. Los conferenciantes acuden más bien a obtener una idea general sobre el estado actual de la investigación científica. Aun así, todos los medios americanos importantes han enviado por lo menos a un corresponsal, y lo que pasa aquí tiene amplia repercusión mediática. Hay también reporteros británicos, australianos, canadienses, franceses, austriacos, suizos e incluso chinos. Pero en los cuatro días que dura la conferencia, no localizo a ningún español, aparte del pequeño comité que ha venido en representación del Euroscience Open Forum (ESOF), un evento que pretende ser la respuesta europea a la reunión de la AAAS y que en el 2008 celebrará su tercera edición en Barcelona. Jordi Mas, del equipo organizador de ESOF 2008, me explica que no tienen ningún stand informativo, sino que están simplemente tanteando el terreno y repartiendo algunos folletos informativos antes de acudir formalmente a la reunión de la AAAS del año que viene, que será en Boston.
Se me ocurre que el equipo organizador de ESOF puede aprender mucho del éxito de los americanos en lo que respecta a involucrar al público en la investigación científica. A la reunión de la AAAS acuden un nada despreciable número de familias que han traído a sus niños a participar en los dos días de “Ciencia para las familias”, una exhibición interactiva que les muestra a los chiquillos que la ciencia es, al fin y al cabo, algo divertido. Asisto también a la grabación en directo de Science Friday, un programa científico semanal de la radio pública estadounidense de nada más ni nada menos que dos horas de duración, y observo como un grupo de estudiantes de secundaria han venido con preguntas preparadas para los invitados: asesores en el programa de la NASA que busca vida en Marte y estudiosos del descenso de crímenes violentos que se produjo en Estados Unidos en los años 90. La sofisticación de algunas de las preguntas de estos chavales me hace enrojecer recordando entrevistas en las que no me preparé el tema tan bien como ellos se lo han estudiado.
Otra actividad muy popular en la conferencia de la AAAS es lo que los americanos llaman networking, que es simple y llanamente “hacer contactos”. Aquí la timidez ha sido abolida: cualquier momento es bueno para iniciar una conversación trivial con aquel que esté a tu alcance (la calidad de la conservación es lo de menos: un tipo, al enterarse de que era veterinaria de formación, me preguntó cuál era mi animal favorito). La charla idealmente culminará en un intercambio de tarjetas profesionales. Nunca se sabe quién puede resultarte útil en tu carrera… Entre nosotros: odio el networking.
Y para los aspirantes a periodista científico, aún hay más: una feria de prácticas, organizada por la Asociación Nacional de Escritores Científicos. Al evento acuden 16 importantes revistas y gabinetes de comunicación que van desde Science y Nature hasta el departamento de prensa del laboratorio de física de altas energías Fermilab. Tras una breve presentación, en la que cada medio describe qué tipo de prácticas ofrece, se da una variante del speed-dating, en la que los reclutadores conceden entrevistas de cinco minutos cronometrados a los potenciales becarios. Al acabarse el tiempo, suena una alarma y los aspirantes abandonan la sala mientras los reclutadores apuntan sus impresiones. Empieza otra ronda: los futuros periodistas científicos entran de nuevo en la habitación y vuelven a esgrimir su mejor sonrisa con otro reclutador.