Como últimamente me pasan pocas cosas sobre las que pueda escribir, echaré mano al recurso de las conferencias. El martes de la semana pasada fui a ver a Jonathan D. Moreno, experto en ética y autor del libro "Mind Wars: Brain research and national defense", que trata sobre el interés que han tenido desde hace varias décadas la CIA y la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa (DARPA, los que inventaron Internet) en el estudio del cerebro y sus posibles aplicaciones militares (o de manera un poco simplista: cómo convertir a los soldados en máquinas de matar más eficientes).
Moreno explica que hace unos años se sorprendió al ver cuántos experimentos de neurociencias recibían financiamiento de agencias militares y el poquito tiempo que dedicaban los científicos a pensar por qué podrían estar estas agencias interesadas en sus experimentos. Se puso a preguntar y se encontró con mucha reticencia a hablar entre los investigadores, que por una parte temían a perder sus inversores y por otra parte no querían llamar la atención de los seguidores de la "teoría de la conspiración" (los paranoicos que están convencidos de que el Gran Hermano nos vigila). Aunque la verdad, el tipo de investigaciones que Moreno explicó que se están llevando a cabo en la actualidad ponen "conspiranoico" a cualquiera. Ahí van algunos ejemplos:
1) Experimentando con el cerebro: Moreno habló del caso de la "
robo-rata", un experimento en el que se le implantaron varios electrodos en el cerebro de una rata, uno de ellos en el llamado "centro de placer". Los científicos daban órdenes mediante impulsos eléctricos al roedor: si querían que fuera hacia la derecha, le daban al electrodo que le hacía a la rata sentir que le estaban tirando de los bigotes derechos, si preferían que girara a la izquierda, le daban un "estirón" a los bigotes izquierdos. Si el bicho respondía adecuadamente, le recompensaban activando el centro del placer (dándole gustirrinín, vamos). Así, el animalito iba por donde ellos querían que fuera: voilà, ya tenían una rata teledirigida.
La rata-robot puede parecer hasta graciosa, y al fin y al cabo, como dijo Moreno: "A nadie le importa demasiado lo que le pase a un roedor... pero si empezamos a escalar la pirámide alimentaria, ¿qué pasa?" ¿Nos haría igual de gracia un perro autómota, un mono teledirigido... o un soldado que realmente obedeciera órdenes ciegamente?
2) Nuevos fármacos: Una píldora que sirve para mantener a los soldados despiertos y alerta durante 80 horas sin los efectos laterales de las anfetaminas. Un "suero de la verdad" que provoca al paciente una sensación de confianza en la gente que les rodea, lo que podría resultar muy útil en interrogatorios. Otra pastilla que disocia las emociones de la memoria (las emociones tienen un papel muy importante en la formación de nuestros recuerdos perdurables: así como nadie olvida el primer beso por la agitación que despertó en nosotros, las víctimas de una experiencia traumática tampoco pueden olvidar fácilmente el suceso que les causó el trauma): ésta podría servir tanto para tratar a los soldados con síndrome de estrés post-traumático como para (teóricamente) reducir sentimientos de culpa cuando hagan algo poco honorable...
3) "¿Me estás leyendo la mente?": Moreno también habló del interés de los militares en los experimentos con resonancia magnética, donde los científicos observan cómo se activan diferentes áreas del cerebro durante, por ejemplo, el proceso de toma de decisiones. Este tipo de estudios podrían servir, por ejemplo, para conseguir el detector de mentiras definitivo (si se consiguiera definir qué zonas cerebrales se "iluminan" cuando decidimos mentir).
El caso es que Moreno no es ningún extremista (ha trabajado para el gobierno de Estados Unidos, llegando incluso a ser asesor presidencial en un tema ético concreto), lo que hace que su mensaje sea más creíble y preocupante. Aún así, algún seguidor de la teoría conspiratoria había entre la audiencia el día de la charla: en el turno de preguntas, un tipo dejó entrever que tenía "evidencias" de que se han llevado a cabo experimentos de control de la actividad cerebral mediante ondas electromagnéticas. Lo raro es que éste hombre no llevaba el típico sombrerito de papel de plata que llevan aquellos que creen que les están intentando leer el cerebro...
Concluyendo: la charla me interesó tanto que ahora me estoy leyendo el libro. Y es bastante más emocionante que una obra de ciencia ficción.