miércoles, noviembre 28, 2007

Se acabó Hawaïi

Ya he vuelto de O'ahu, el Benidorm de los japoneses. De veras, tenían invadida la isla de la misma manera que los alemanes tienen conquistada Mallorca: letreros en japonés, restaurantes japoneses (yummy-yum, cada vez me gusta más la comida asiática) e incluso réplicas de templos budistas de Japón. Pero ahora dejando a un lado la presencia nipona, ¡qué desgracia urbanística le han hecho a la pobre isla! Para muestra, una foto:

Honolulu, ¡qué fea eres!

Pero bueno, los (pocos) rincones más o menos salvajes que quedan en la isla son muy bonitos: las montañas volcánicas, recubiertas de jungla, las playas de agua azul-caribe y los arrecifes de coral, que están bastante machacados por los miles y miles de turistas que van a hacer submarinismo y los pisotean, pero siguen habiendo en ellos peces multicolores y tortugas marinas. Ví a una tortuga el segundo día que buceé y la verdad, qué emoción más grande me dio. Aquí encontraréis unas cuantas fotos del viajecito.

Otra pena fue que nos perdimos los dos concursos de surf (masculino y femenino) que se celebraban esos días en la costa norte de la isla. Se ve que las olas no eran lo suficientemente grandes, y los cancelaron. Otra vez será, Kelly Slater. Aun así, me deleité la vista contemplando a los surferitos y bodysurfers que practicaban por esas playas...

En definitiva, que el viaje no ha estado mal (siempre sienta bien tumbarse unos días al sol en medio del curso escolar), pero ha confirmado mi idea de que los principales destinos turísticos del primer mundo están sobrevalorados. Que se queden con ellos los ricachones: a mí que me envíen a India, México o cualquier otro país latinoamericano o asiático que me quede por explorar...

martes, noviembre 20, 2007

Porque yo lo valgo

Mañana me voy a pasar cinco días a la isla de Oahu, en Hawaii, para celebrar el Thanksgiving por todo lo alto (la celebración del año pasado no estuvo nada mal, así que me veo obligada a intentar superarla). Voy con Pableras y otros seis amigos de Stanford, y se habla de hacer parapente, excursiones por parques volcánicos y submarinismo entre tortugas marinas, actividades a las que me pienso apuntar. Otras sugerencias que he descartado incluían surf (no, otra vez no) y salto en paracaidas (¿por qué me voy a querer tirar de un avión que funciona?).

No creo que este año haya pavo, pero sí habrá playa. Qué ganas tenía de tomarme un respiro...

miércoles, noviembre 14, 2007

Curioseando por SETI Institute...


¡¡Lo sabía!!


PS: Iker Jiménez, si lees este post, ponte en contacto conmigo urgentemente...

sábado, noviembre 10, 2007

A veces soy idiota perdida

Viernes por la noche. La semana ha sido agotadora pero estoy contenta porque me dirijo a un restaurante a celebrar el cumpleaños de una amiga. Doy mil vueltas por el centro del pueblo sin encontrar aparcamiento: ¿pero qué pasa, desde cuándo Santa Cruz se transformó en Barcelona en temas de párking? Llamo a uno de los amigos que están en la cena para advertirle de que llego tarde y me dice que sí, que hoy hay no sé qué concierto en el pueblo y está dificilillo encontrar un sitio donde estacionar el coche.

Tras la vuelta mil veinte, veo un espacio libre en el otro lado de la acera y pongo el intermitente indicando que voy a aparcar. Pero una lista que viene en dirección contraria también quiere adueñarse del aparcamiento. Total, acabamos bloqueándonos la una a la otra. Me digo "ya se cansará". Apago el motor, saco una revista. Ella va acompañada y tampoco se rinde. Cuestión de orgullo.

Pasan diez minutos, nadie se ha movido. Aparece una patrulla de la policía. La tipa sale rauda del coche y se va a quejar a los polis. Gesticula un montón, y pone cara de odiarme mucho. "Acusica asquerosa", pienso yo. El policía acaba de hablar con ella y se acerca a mí. Sé que no es la actitud que debería adoptar, lo sé muy bien, pero le digo: "Mire, agente, no sé qué le habrá contado pero yo vi el sitio antes. Es mío". El policía se encoje de hombros, de la misma manera que hacía mi madre cuando mi hermano y yo nos íbamos a quejar el uno del otro tras una pelea. "La verdad, me da igual. Pero alguien tendrá que mover el coche, porque están interrumpiendo el tráfico, señorita". "Pues que lo mueva ella, que me está bloqueando. Y el sitio es mío". Cualquiera diría que he cumplido los treinta (envejecer es inevitable, pero puedes escoger mantenerte inmadura toda la vida...)

Al final la tipa arranca y se va, supongo que mentándome a todos mis muertos. Pero no tengo tiempo de disfrutar de la victoria, porque me entra la paranoia: "esta tía muy equilibrada no parecía. Seguro que vuelve cuando haya aparcado el coche y me revienta las ruedas". Total, que cuando la veo desaparecer en el horizonte, me voy yo también, renunciando al precioso aparcamiento.

Me meto en un callejón adyacente sin salida, cerca de una escuela. Doy marcha atrás y le doy un toque a un coche. El dueño del vehículo sale del coche enfadado "pero-bueno-qué-pasa-es-que-no-me-has-vistoooooooo....". Pongo cara de cordero degollado y me disculpo. "Bueno, no pasa nada. Sólo me has abollado la matrícula. No hace falta que hagamos papeles". Suspiro de alivio. Pero sale una tipa con un walkie-talkie del colegio y dice "tenemos que llamar a la policía". "¿Cómoooo? ¡Pero si el señor éste y yo nos hemos puesto de acuerdo en que no pasa nada!". "Da igual. Todo incidente que suceda cerca de la escuela tiene que denunciarse a la policía". Cagüentó, ahora va a venir la misma patrulla de antes y esta vez me cae un puro, por lista. Le imploro clemencia a la del walkie-talkie, mientras el tipo del coche con matrícula abollada pone de cara de "joé, qué pesadez". Al final la tipa les dice a los de la patrulla policial que es un incidente menor y pregunta si me puede dejar ir. Acceden. Salgo de ahí tan rápido como puedo.


Encuentro un lugar donde aparcar y llego al restaurante cuarenta minutos tarde. Por lo menos hago reír a mis amigos...

Joder, tantos estudios, y a veces tan tonta.

martes, noviembre 06, 2007

Juegos de guerra

Como últimamente me pasan pocas cosas sobre las que pueda escribir, echaré mano al recurso de las conferencias. El martes de la semana pasada fui a ver a Jonathan D. Moreno, experto en ética y autor del libro "Mind Wars: Brain research and national defense", que trata sobre el interés que han tenido desde hace varias décadas la CIA y la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa (DARPA, los que inventaron Internet) en el estudio del cerebro y sus posibles aplicaciones militares (o de manera un poco simplista: cómo convertir a los soldados en máquinas de matar más eficientes).

Moreno explica que hace unos años se sorprendió al ver cuántos experimentos de neurociencias recibían financiamiento de agencias militares y el poquito tiempo que dedicaban los científicos a pensar por qué podrían estar estas agencias interesadas en sus experimentos. Se puso a preguntar y se encontró con mucha reticencia a hablar entre los investigadores, que por una parte temían a perder sus inversores y por otra parte no querían llamar la atención de los seguidores de la "teoría de la conspiración" (los paranoicos que están convencidos de que el Gran Hermano nos vigila). Aunque la verdad, el tipo de investigaciones que Moreno explicó que se están llevando a cabo en la actualidad ponen "conspiranoico" a cualquiera. Ahí van algunos ejemplos:

1) Experimentando con el cerebro: Moreno habló del caso de la "robo-rata", un experimento en el que se le implantaron varios electrodos en el cerebro de una rata, uno de ellos en el llamado "centro de placer". Los científicos daban órdenes mediante impulsos eléctricos al roedor: si querían que fuera hacia la derecha, le daban al electrodo que le hacía a la rata sentir que le estaban tirando de los bigotes derechos, si preferían que girara a la izquierda, le daban un "estirón" a los bigotes izquierdos. Si el bicho respondía adecuadamente, le recompensaban activando el centro del placer (dándole gustirrinín, vamos). Así, el animalito iba por donde ellos querían que fuera: voilà, ya tenían una rata teledirigida.

La rata-robot puede parecer hasta graciosa, y al fin y al cabo, como dijo Moreno: "A nadie le importa demasiado lo que le pase a un roedor... pero si empezamos a escalar la pirámide alimentaria, ¿qué pasa?" ¿Nos haría igual de gracia un perro autómota, un mono teledirigido... o un soldado que realmente obedeciera órdenes ciegamente?

2) Nuevos fármacos: Una píldora que sirve para mantener a los soldados despiertos y alerta durante 80 horas sin los efectos laterales de las anfetaminas. Un "suero de la verdad" que provoca al paciente una sensación de confianza en la gente que les rodea, lo que podría resultar muy útil en interrogatorios. Otra pastilla que disocia las emociones de la memoria (las emociones tienen un papel muy importante en la formación de nuestros recuerdos perdurables: así como nadie olvida el primer beso por la agitación que despertó en nosotros, las víctimas de una experiencia traumática tampoco pueden olvidar fácilmente el suceso que les causó el trauma): ésta podría servir tanto para tratar a los soldados con síndrome de estrés post-traumático como para (teóricamente) reducir sentimientos de culpa cuando hagan algo poco honorable...

3) "¿Me estás leyendo la mente?": Moreno también habló del interés de los militares en los experimentos con resonancia magnética, donde los científicos observan cómo se activan diferentes áreas del cerebro durante, por ejemplo, el proceso de toma de decisiones. Este tipo de estudios podrían servir, por ejemplo, para conseguir el detector de mentiras definitivo (si se consiguiera definir qué zonas cerebrales se "iluminan" cuando decidimos mentir).

El caso es que Moreno no es ningún extremista (ha trabajado para el gobierno de Estados Unidos, llegando incluso a ser asesor presidencial en un tema ético concreto), lo que hace que su mensaje sea más creíble y preocupante. Aún así, algún seguidor de la teoría conspiratoria había entre la audiencia el día de la charla: en el turno de preguntas, un tipo dejó entrever que tenía "evidencias" de que se han llevado a cabo experimentos de control de la actividad cerebral mediante ondas electromagnéticas. Lo raro es que éste hombre no llevaba el típico sombrerito de papel de plata que llevan aquellos que creen que les están intentando leer el cerebro...

Concluyendo: la charla me interesó tanto que ahora me estoy leyendo el libro. Y es bastante más emocionante que una obra de ciencia ficción.

jueves, noviembre 01, 2007

Y un año más: Halloween

Ayer pasé mi segundo Halloween en Estados Unidos. Creo que es la fiesta norteamericana que más me gusta; sobretodo este año, porque por la tarde estuve en casa de una amiga en el centro del pueblo y vinieron muchísimos niñitos disfrazados a soltar lo del "trick or treat" (a pedir caramelos, vamos). El año pasado pasé la tarde en mi casa, que queda donde Cristo perdió la alpargata, y claro, apenas vinieron cuatro críos.

Por lo que respecta al "desfile" (no es nada organizado, pero la gente se pasea de arriba a abajo por la calle principal para mirar y ser visto), similar al de 2006, pero con menos frío. El traje más popular entre las féminas era, un año más, el sexy-algo: sexy-poli, sexy-enfermera, sexy-colegiala... los cuales resultan más o menos comprensibles, porque al fin y al cabo apelan a fantasías masculinas clásicas. Pero que alguien me explique la lógica del disfraz de abejita sexy, por favor.


Sin más dilaciones, pasemos a las fotos. Las tres primeras las he tomado prestadas a mi compi de casa, Jake:

Equipo NASA: Sanaz, moi, Jake y Barbara
Comunicándome con la base

Rockeros mexicanos

Amy, el hada de las verduras (orgánicas, claro)

Álex y su hija, la niña-guisante-en-vaina


Eric, marinero maltratado

Examen de química